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Las chinches, cigarras y pulgones, aunque multiformes en aspecto y distintos en género de vida, forman un grupo bien delimitado de insectos, el superorden de los hemípteros o rincotos (hemíptera, Rhynchota).
Se caracterizan por su aparato bucal picador-chupador. Las largas y delgadas mandíbulas y maxilas han evolucionado cada una de ellas en dos cerdas picadoras y chupadoras, situadas como en una funda en el labio inferior alargado en forma de pico. Las puntiagudas cerdas picadoras permiten taladrar la piel de un animal o el tejido de una planta y causar una herida, en la que hunden las cerdas chupadoras. Estas, fuertemente unidas, forman dos estrechos canales. Por el superior se inyecta saliva en la herida para disolver el tejido animal o vegetal y por el inferior es chupado el líquido resultante junto con la sangre o los jugos vegetales. Los hemípteros se dividen en dos órdenes, las chinches o heterópteros (heteróptera) y las cigarras y pulgones u homópteros (homóptera).
Las chinches se distinguen por la posesión de hemélitros: las alas anteriores están fuertemente quitinizadas en la mitad basal, pero en la parte distal es membranosa como las alas posteriores. Otra característica de las chinches es el “escudete”, parte del mesotórax dirigida hacia atrás; este se ha transformado en una placa triangular que se extiende entre las bases de las alas. El pico se origina siempre en la parte delantera de la cabeza, aunque, al estar dirigido hacia atrás, se halla profundamente ajustado en la parte baja. Como todos los hemípteros, las chinches son insectos de metamorfosis incompleta. Sus larvas se parecen generalmente mucho en aspecto y género de vida al animal adulto, pero les faltan alas funcionales, aunque en los estadios más antiguos se reconocen claros esbozos de estos órganos. Muchas chinches producen una secreción de olor característico mediante glándulas odoríficas que el hombre, y probablemente también sus enemigos entre los vertebrados, encuentran de mal olor y de gusto nauseabundo, pero que contra los insectos depredadores parece no ejercer ningún efecto intimidatorio.
Cuando se habla de “chinches”, la mayoría piensa en un animal de mala fama, la Chinche de cama (Cimex Lectularius L.) tan extendida mundialmente, que causa heridas y malestar en las víctimas de sus ataques. La cosmopolita familia de cimícidos (Cimicidae), sin excepción parásitos externos de animales de sangre caliente, de cuya sangre se alimentan, tienen bien ganada su nefasta fama. Todas las especies son muy aplastadas y casi ápteras, sin alas posteriores y con sólo vestigios de los hemélitros. La Chinche de cama ha sido propagada por el hombre a todas las zonas templadas y cálidas de la tierra. Suele delatar inmediatamente su presencia por su desagradable “olor a chinche de cama”. No vive nunca, al contrario de los piojos, pulgas y otros parásitos, en el cuerpo del hombre; suele mantenerse escondida en grietas, alfombras, o lugares parecidos, y sale sólo de noche para alimentarse de sangre. Pueden vivir hasta un año sin alimento, y atacan, a falta de seres humanos, a cualquier animal de sangre caliente.
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