Son muy distintas de las parásitas quienes, además de utilizar a otras plantas como apoyo, también se nutren de ellas. Un ejemplo que aclara la diferencia: un clavel del aire puede vivir sin problemas sobre un cable de teléfono, mientras que una parásita necesita de los nutrientes elaborados por la especie que la hospeda.
Cuando invade nuestros árboles, el clavel del aire los afea. Hasta nos da la impresión de que los está matando. Como le atribuimos tal capacidad destructora, nos resulta lógico pensar que, con eliminar la plaga, se restablecerá la buena salud de los árboles. Lamentablemente, esto no es cierto.
Mi hipótesis es que el clavel del aire invade árboles cuya vida está declinando. Cuando el árbol envejece, lo mismo le ocurre a sus defensas, lo que lo vuelve más vulnerable a la invasión, no solo del clavel del aire, sino también de hongos e insectos. No hay una especie arbórea particularmente propensa a atraerlos; es una cuestión de edad y vigor.
Muchos árboles liberan, a través de las hojas y el tronco, sustancias que impiden el crecimiento de otras plantas. La lluvia disuelve estos compuestos, y esta solución termina por cubrirlos. Esta suerte de capa protectora les brinda cierto nivel de inmunidad contra enfermedades y parásitos. Cuando estas defensas bajan, el árbol es más propenso a ser invadido.
Tratamiento recomendado: En pruebas realizadas por nuestros técnicos, la mezcla de Oxiclururo de Cobre y aceite emulsionable. Se fumiga clavel por clavel mediante el aspersor más potente que se pueda conseguir. Al atacar el hongo que el mismo clavel produce, a los pocos días la planta se debilita y muere.
Por: Ing. forestal Gustavo SosaFuente: Revista Jardín La Nación On LineLa Casa de los Insecticidas recomienda esta revista.