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Cimex lectularius, la chinche de cama común, es un parásito hematófago y nocturno del hombre. Otros huéspedes para este hemíptero son las gallinas, los murciélagos y algunos animales domésticos. La chinche de cama se alimenta picando a su huésped mediante un aguijón hueco presente en su mandíbula. La saliva inyectada con la picadura puede producir una reacción urticariforme, generalmente local y sólo a veces generalizada. Esta infestación ha venido decreciendo a lo largo de la segunda mitad del presente siglo, coincidiendo con la mejoría generalizada de la higiene doméstica y personal.
Existen tres especies de chinches que frecuentemente afectan al ser humano. La Cimex lectularius, que es la más frecuente, puede también parasitar otros huéspedes, como murciélagos, gallinas y otros animales domésticos. La Cimex hemipterus se encuentra aparentemente confinada en zonas tropicales (incluyendo el estado de Florida, en los EE.UU.), y también puede afectar a gallinas y murciélagos. La Leptocimex boueti infesta a los hombres y murciélagos en África Occidental. Las chinches se ocultan en la ropa de la cama, colchones, somieres, cabezales, grietas y fisuras de los edificios y bajo el papel de las paredes. Se vuelven activos durante la noche, accediendo al huésped para alimentarse de su sangre durante unos 5 minutos, tras los cuales regresan a su escondrijo. Tienden a congregarse entre ellas, y normalmente se encuentran entremezcladas con sus deyecciones y huevos, con un característico olor dulzón que es muy desagradable cuando existen infestaciones masivas. La infestación por chinches de cama se diagnostica mediante la identificación del insecto presente en el domicilio del paciente.
Las chinches de la cama dependen de la sangre para nutrirse adecuadamente. Su ingesta tiene lugar durante cada uno de los 5 estados de ninfa previos a su muda de piel y antes de cada puesta de huevos. Las chinches de cama parecen localizar al huésped detectando su calor y el dióxido de carbono. La chinche se adhiere a la piel con su mandíbula de dientes de sierra y la penetra con sus dos aguijones huecos que no son más que mandíbulas modificadas. Uno de los aguijones inyecta la saliva que contiene un anticoagulante (un inhibidor de la conversión del factor X al factor Xa) y el otro lo emplea para extraer la sangre del huésped. Se cree que la picadura en si es indolora, pero el depósito de saliva sobre la piel abrasionada induce la aparición de lesiones urticariformes localizadas. Las zonas del cuerpo más frecuentemente involucradas incluyen los brazos y los hombros. Se cree que múltiples picaduras pueden inducir una urticaria generalizada.
A pesar de que no han sido implicadas en la transmisión de ninguna enfermedad, se ha demostrado que las chinches de cama portan los organismos causales de la peste, fiebre recurrente, tularemia, fiebre Q y hepatitis B. La transmisión de la hepatitis es teóricamente posible por la contaminación procedente del aplastamiento del insecto o de sus heces infectadas o por la regurgitación durante la picadura. En los murciélagos se ha comprobado la transmisión de tripanosomas.
Estas infestaciones han venido haciéndose menos importantes a lo largo de la segunda mitad de este siglo, coincidiendo con la mejoría generalizada del nivel higiénico de los hogares y de las personas y el empleo de insecticidas eficaces. Se ha detectado la existencia de resistencias a los insecticidas, con variaciones regionales. El control de plagas se logra mediante el lavado de la ropa de la cama, de los colchones y de las almohadas. Un insecticida es entonces aplicado en el resto de la estructura de la cama y en hendiduras próximas a puertas, ventanas y rodapiés.
El control de chinches de cama en hoteles de Capital Federal.